martes, 3 de septiembre de 2013

Perro pastor

Un perro pastor, pero sin pastor, él solo con un rebaño de cabras en mitad del monte, se ve que le dijo el pastor, Barbas, aquí te quedas con éstas, cuídalas como si fuesen tuyas. O, mejor, le dijo cuídalas, que son mías.

Y ahí está, día y noche, contra humanos despistados como nosotros y contra el lobo, seguramente le dén más guerra los lobos. Nos ve y ladra y empieza a ir hacia las cabras, 10 cabras comiendo hierba ahí arriba, entre las piedras. ¿Subirá el perro hasta ahí arriba, hasta donde están las cabras? Y sube, y además en un ratillo, mientras nos mira, mientras encuentra el camino, no, por aquí no, por aquí han subido ellas, pero yo me caigo, por aquí.

Al perro, lo sabemos todos, le dan igual las cabras, al perro el que le importa es su amo, y, como corolario, todo lo que es de su amo. Qué envidia, esa fidelidad tan brusca que sube montañas, que se enfrenta en minoría contra los lobos. Qué envidia.

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