domingo, 3 de marzo de 2013

Gritar

Ayer grité, golpes secos de voz, un litro de aire cada golpe, un palmotazo en el aire que me volvía y me asustaba. Ayer, en lo plano y blanco de un monte, en mitad de una limpieza de nieve y luz, un paisaje lunar de leche y nada más grité al aire. Puede que necesitara más gritos, más largos, acompañados de saco de boxeo, de piedras al horizonte, de tacos, cara roja, todo eso, porque me quedé con hambre, o lo contrario, porque no me vacié. Siempre da un poco de vergüenza perder los papeles, siempre da un poco de miedo decir que tienes miedo, siempre cuesta empezar a sentirse débil, desangrarse por la boca, perder la voz en un grito que limpie de óxido el alma.

Por dónde seguirá esta terapia de andar por casa, este deshacer el iceberg cuya punta es mi dolor de hombro, no lo sé. Gritar a un aire que no te juzga es un paso bonito, curioso, nuevo, que voy a repetir, por si funciona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario