sábado, 30 de marzo de 2013

Noventa

Noventa años hace la Nana. Noventa veces nadie, diría Gonzalo Rojas. Eso está bien como idea filosófica, como frase de carpeta para los que nos creemos algo, para los jóvenes sin perspectiva que pensamos que nuestro ombligo es epicentro y etcétera y nos hace falta poner pie en tierra. Pero para la Nana no vale. La Nana lleva sólo uno o dos años con la cabeza más allí que aquí, uno o dos años siendo nadie. Y ni siquiera, que aún le queda la risa (se ríe por imitación, por contagio, por lo que sea, cuando nos reímos todos), y le queda la ternura (coge en brazos a Blanca y se despierta, se levanta el velo, es otra, es madre otra vez, es alguien y no la nadie que se queda mirando más atrás de la tele).

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