miércoles, 30 de abril de 2014

Palomas

El lunes vimos una paloma dentro de un jardincito, pegadita a la valla, encogida, yo creo que le vi alguna lágrima en los ojos (si es que las palomas lloran, y si no, yo la vi igual), esperando la muerte, nos dijimos.

El martes vi a la paloma al otro lado del jardín, pegada a la otra valla, piándole a otra que andaba por fuera. Eran dos palomas distintas, una debía de ser churra y la otra merina (el equivalente en razas de palomas, quiero decir), pero parece que se entendían en el esperanto de las palomas. La de dentro, debilucha y coja, le decía en un pío pío que yo no sabía que tuvieran las palomas a la de fuera, grande, fuerte y picoteando el suelo, que se estaba muriendo. Y la de fuera entendía ese esperanto básico del dolor, ya digo, y yo diría que le vi alguna lágrima en los ojos (porque las palomas lloran).

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