Ayer una niña dentro del carrito de la compra le dice a su madre "qué es eso", y la madre dejando el botecito dentro del carro dice, "orégano".
No le pasó a la niña como a Neruda cuando oyó la palabra orégano (quemé los diccionarios, y a todo grito por la orilla de los ríos yo masticaba mi palabra orégano), ni como a Gonzalo Rojas cuando oyó la palabra relámpago (la palabra relámpago me fue más relámpago que el relámpago), que les explotó en la cabeza y y les llenó la vida del eco de una esdrújula.
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