No me da miedo el trabajo. Llevo una semana con los dientes apretados, el culo en la silla, el aliento en la nuca (el leve aliento de la Pública, pero bueno) y me gusta, porque vuelvo a concentrarme, vuelvo a ser práctico y rápido, y a pensar (el liviano pensar de un jugador de Tetris), y me gusta.
Al que venga sólo puedo ofrecerle mis riñones, mis dientes, mis nalgas a prueba de horas, y algo de risa, para presumir de Máster.
No hay comentarios:
Publicar un comentario