miércoles, 19 de junio de 2013

Rancio

"El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará", dice hoy san Pablo. Malditos seamos los tacaños, los que ahorramos en saludos, en preguntarle al otro por sus muelas, no lloverá la paz sobre nosotros, no habrá luz para los que no movemos los pies más que por nuestro ombligo, para los que dejamos escapar, ay, entre los dedos las pequeñas alegrías de los otros, la cosecha será pobre para los que vivimos tan rápido que no tenemos tiempo para respirar el aire del de enfrente, los tomates se nos pudrirán bajo la chaqueta a los avariciosos, y seremos como el perro del hortelano, que ni come ni deja. Y todo porque nunca nos creemos que el amor, como el dinero, sólo da beneficios si se saca del colchón y se invierte.

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