domingo, 17 de febrero de 2013

Gaviotas y lágrima

¡Hay gaviotas en Madrid! Comen en Valdemingómez, chapotean en el Manzanares y se van a dormir al embalse de Manzanares el Real, me entero en el blog Caminando por Madrid. Y más bonito todavía son sus nombres, tres tipos: patiamarillas, reidoras y sombrías.

Yo llevaba unos días viéndolas volar por encima y gritaban como gaviotas, pero no imaginaba que llegasen tan lejos desde el mar. Es curioso imaginar qué pensaran estas gaviotas lejos de casa, si veranearán, cuando tengan energía ahorrada, en la playa; imaginar si echarán de menos la sal, los barcos, a Poesidón, qué sé yo. ¿Se llevarán bien reidoras y sombrías? (pero esto ya son mis cursiladas).

Y también me acompaña una lágrima desde hace unos días, una lágrima de frío que empieza a llorarse al salir de casa y me sigue todo el recorrido. Una lágrima que corto con el guante cuando creo que ya está bien, cuando ya me llega por la barba. Una lágrima que me recuerda épocas peores, claro, en las que lloraba por algo, o sea, una lágrima que, paradójicamente, me alegra.

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