viernes, 21 de marzo de 2014

Miedo

Hoy una mujer ha empezado a gritar en la sala de extracciones. Debía de tenerle mucho miedo a las agujas, a la sangre, al dolor, no sé, las cosas que tienen las fobias. Uno valora entonces sus mieditos (yo hoy sólo me he mareado un poquito; me he mareado más oyéndola gritar que cuando me han pinchado a mí), y descubre hasta que les tiene un cariño, les guarda una ternura, por dóciles, por fieles (¡tanto tiempo juntos!).

Cuando el miedo ladra como un perro patada es molesto, pero se aguanta. Pero cuando el miedo ruge y te despeina y te empaña las gafas, amigo, a uno se le encoge un poco el corazón.

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