domingo, 16 de marzo de 2014

Creer

Creer no es poder, pero casi.

Uno pide el balón, pero con la esperanza de que no se lo pasen; uno recibe el balón, pero tiene clarísimo que él no va a tirar; uno se queda solo delante del aro y no le queda otra que tirar, pero sabe que no la meterá; uno tira, y falla.

Uno dice que quiere tener un niño, pero no tiene muy claro que quiera que pase, por si vuelve a venir muerto, por si le quita los viajes a Vitoria, por si no viene con el pan debajo del brazo que dicen; uno se pone a hacer niños, pero cruzando los dedos, un poco de mentira, como echando un pie para atrás, porque no quiere poner toda la leche en el calentador, no sea que haya que volver a desilusionarse, y luego volverse a ilusionar; uno no se atreve a vivir su ilusión, a ponerse a hacer niños con ilusión, a retomar la ilusión, nuevecita, después de la última regla, a reírse un poco y todo de lo ilusionado que está con que venga un niño, y por eso tiene que enfadarse porque otros tengan niños, y por eso se empeña en convertir en rutina, en ruina la mayor ilusión que tiene ahora entre manos, y por eso falla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario