lunes, 3 de marzo de 2014

Metro

Viejo (o vieja, no se sabe) con poco pelo pero largo y blanco, chorritos muy finos de leche que le llegan a los hombros; mujer alta, delgada, cara larga, que se come las uñas sin morder, raspando con los dientes de abajo, que es un saltito más de la desesperación; chaval inglés, pelo rubito, rubito, "Excuse me", me dice, se le escapa, "Perdón", le digo también sin pensarlo; mujer con zapatones de hombre con el susto todavía en el cuerpo porque un alumno la ha amenazado esta tarde; madre negrita, ¿mulata?, joven, ¿diecialgo?, y el niño, negro, ¿mulato?, se mete el dedo en la nariz para tirar de la cuerda nada más, para jugar un poco con la paciencia joven de la madre.

Es una suerte meter la pluma en el tintero de la vida y sacarla cargadita de historias.

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