domingo, 23 de marzo de 2014

Campo

Nunca sé por dónde empezar para contar lo que me provoca el campo. No sé las palabras, pero porque tampoco sé bien los sentimientos. No sé cuándo le cogí este cariño a una cosa que desconozco tanto (no sé si lo que hay sembrado es cebada o avena, si lo que canta es mirlo o tordo). Mis recuerdos de campo son de luz, ya lo he dicho en este blog, de niño llegando por la tarde a casa oliendo a un sudor distinto del diario, apagándome con el cielo, que se subía una manta desde los pies, como me la echaba a mí mi padre.

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