Cuando llueve en verano huele a paja mojada, dijo Marta. A eso olía el campo hoy, a esa paja sedienta, a la memoria de lo verde, a la paciencia, tensa como una cuerda, de las raíces esperando otra vez la primavera, a la vuelta enfadada que se dan en el sofá en su siesta subterránea y ya muy larga, al suspiro del color amarillo al recibir un beso azul.
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