miércoles, 26 de diciembre de 2012

Espina

Siempre una espinita en el alma, por no haberlo dicho antes, por no haberlo dicho luego, por pasarme de efusivo, por quedarme corto de salero, por alargar, por abreviar la sonrisa. Quedan las relaciones, me dicen, pero yo tengo prisa, yo tengo miedo, yo tengo a veces las ideas revueltas.

Me equivoco en lo que yo más quiero, que decía Luis Rosales, descuido la hoguera y me voy a los mecheros, me pongo excusas, me anudo cuentos a la punta de la lengua, aprendo lento, me varo en lecciones circulares.

Las espinas se sacan y, si uno tiene dónde, más le vale, se guardan de recuerdo para que el próximo tropiezo por lo menos sea con una piedra distinta.

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