miércoles, 19 de diciembre de 2012

Corazón

Hoy, mientras me trabajaban la energía de corazón en clase, que es una energía muy bonita, porque integra en ti lo que te ha pasado, lo convierte en ti, me he acordado de mi padre.

Quería volver a coger la pluma y escribirte: qué feo engañarnos, qué poco elegante aprovecharte de nuestra confianza, qué abuso; y qué poco se respeta al que no respeta: ya no te respeto, por eso te zumbo cuando sueño, por eso te insultaría, porque tú me has insultado; qué curioso, si volvieras haríamos por perdornarte, qué difícil sería perdonarte; qué pañuelo le tenía puesto a esto, el de tu locura, que me había hecho aparcar lo feo de tu cara roja mitiéndonos y llorando de miedo; qué hortera, qué pollafría, qué tipicazo irse tras un coño y encima con portazo, peinarse para atrás y comprar regalos tristes; eres tan distinto de mi padre que casi me haces olvidarle.

(Agradezco a la energía de corazón su ola de fuego, jeje, que ha aflojado algunas tuercas de mi chasis).

No hay comentarios:

Publicar un comentario