miércoles, 21 de noviembre de 2012

Otra vez

Me intimida el olor de los hombres volviendo de comer, como si trajeran calamares en el pelo, dejando un rastro de aceite en el aire, yo qué sé cuántos litros de vinagre metido entre las uñas, las barbas mojadas en pisto.

Me hacen llorar las caras blancas y cuello rojo como flamencos, las manos grandes de tabaco, colonia y bolsillo, los peines de nuestro pelo niño, el calor, las palabras, la luz que había en un soplido, la risa roja que me quería. ¿Qué haremos con todo, cuando todo esté a punto de perderse, de olvidarse? Recordarlo, recalentarlo, revivirlo, por supuesto.

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