sábado, 3 de noviembre de 2012

Correo

Hoy tocaba soltar en 3 frases lo cocido durante un año, incluido lo utilizable de lo que ha caído por este blog. No sé si he estado bien, a la altura de mis expectativas, si he sido muy brusco, si lo he dejado claro, si la brusquedad ha hecho sombra al mensaje, si me he dejado algo sin decir. Había mucho que decir, o poco, pero importante, condensado, y la certeza de que caerá en saco roto, que siempre desmotiva un poco pero también le quita a uno presión.

Yo le escribía a ese señor con cara roja que dio un portazo en nuestras vidas. Por eso (porque ese señor entiende lo poco que entiende, y porque yo lo he escrito sin amor) seguramente entienda el sopapo como insulto y no como despertador. Da igual, a él no le voy a cambiar, por eso no le he dicho nada en todo este tiempo. Al que le debería haber cambiado ese correo es a mí, dicen los que saben, haberme liberado. De momento no he sentido liberación, pero tampoco otras cosas (salvo el enfado inicial). Habrá que esperar a mañana, o a su respuesta (siempre guarda uno 2 gotitas de esperanza, una para que caiga en la cuenta y otra, por si no cae, para que se enfade y le duela un poquito, una pequeña parte de lo que nos duele a nosotros; y es que es mentira lo que le he dicho, no le he perdonado, aunque también lo dijera aquí, al señor de Galicia yo no le entiendo ni le perdono). Habrá que esperar, decía, a ver si este correo me trae algo nuevo para el corazón: menos rabia, más perdón, otra tranquilidad, y cosas así.



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