lunes, 17 de septiembre de 2012

Domingo

Ayer fue domingo, y se notaba en la calle, en el color del sol en las paredes, que pega sin la urgencia del salario, en los relojes, que andan mucho más despacio, en los pelos recién peinados, el periódico en la mano.

Ayer todo siguió naciendo, creciendo, como siempre, vamos, porque nada se detiene. Pero sé que las cosas crecen a veces de un saltito, como nuestro amor cuando te doy un beso, como esas dos alubias cuando las acaricio, aunque sea con tela y con palabras de por medio.

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