Cambiarse de calzoncillos es otro rito del amor, de ese amor gotitas con que se quieren las parejas que se quieren. Cada gesto de la liturgia me trae a ti, agacharme al cajón, encoger la tripa, estirar la goma por los lados un par de veces quién sabe para qué.
Abrir la colcha de la cama para irse a dormir sigue teniendo los milímetros de tu olor, desarropar la almohada arropa mi ternura, que se da una vuelta de algodón en tu recuerdo.
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