Llorar para dentro es malo, puede acabar convirtiéndose en un llorar por dentro, que es algo enquistado y triste. Hay que llorarlo bien, como dice Girondo, pero llorarlo mucho puede acabar ahogando la risa y etcétera. De todas formas, yo suelo llorar poco las cosas, me quedo corto, quiero decir, y luego, de repente, me sale un bulto en el ánimo, una contractura en el hombro, un padrastro en el corazón.
Total, que habrá que llorar, aunque cueste empezar.
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