El que la persigue, la consigue, venía a decir Cela.
Mateo no tiene 3 años y ya lo sabe, y en un libro con 10 animales él vuelve y vuelve sobre el tigre (es un león, pero él lo llama tigre), no le importan el perro ni la rana, le importa el tigre, y no le cansa verlo, y decir tigre, tigre, tigre.
Benditos los que son como niños, dice el Evangelio, porque pueden abrir para siempre y con más pasión cada vez la página del tigre.
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