domingo, 2 de febrero de 2014

Negro

De este chaval ya hablé un día. Es el negro que vende La Farola en la entrada del Mercadona. Es que me cuenta Marta que ayer vio que se le quedaba mirando un negro en el Metro, y que levantó la mano y la saludó. Y vio que era él y le respondió con otra mano arriba y sonrisa. ¿Cómo se puede acordar de tanta gente? ¿Cómo puede saludarnos siempre y sonreírnos siempre?

Igual que hay polis de paisano en Chamartín, Dios pone ángeles negros (si Machín levantara la cabeza) en las puertas del Mercadona. Parece que piden, eso nos hacen creer, pero son ellos los que alimentan nuestra pobreza.

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