Antes de cenar nos hemos dado cuenta de que a María se le había perdido un pendiente de los que le regalaron los amigos por su bautizo. No estaba entre la ropa que se había quitado, ni en el suelo de la habitación. Podía haberlo perdido en el cole, en la calle, en el patio, a saber. He bajado al patio porque lo ha dicho Marta. Lo he caminado en zigzag porque soy metódico. Ya me iba a casa y lo he visto al lado de un macetero.
Ya sabíamos la moraleja de hoy, pero sigue sorprendiendo: el que busca tiene más probabilidades de encontrar.
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